Fue entonces que comprendió la razón de que le siguiera, esperaba a su lado observar el momento en que su ira se desbordara y asesinara como loco a cualquiera que fuera su victima, seguramente había escuchado historias sobre el entre los mareros y sabia que eventualmente asesinaría de esa forma brutal que lo caracterizaba, Mario había desarrollado un gusto por la sangre, gracias a las experiencias vividas desde hace algún tiempo con el Gato Pinto, quien había sido su única familia después de haberse perdido en las calles en un viaje que tenia con sus padres, Mario no era mas un niño inocente, el tiempo que había vivido en las calles había podrido su alma y sus pensamientos, no estaba entrenado para sobrevivir en un mundo normal, sino en un mundo criminal, sabia como escapar, como espiar y como alertar a su compañero sin ser apercibido.
Ricardo se preocupo, no sabia que hacer, el niño estaba perdido y el no podía hacer nada para corregirlo, de nuevo quiso abandonarlo y camino rápidamente por la calle que vio mas alejada de el, pero Mario quería seguir acompañándolo, y Ricardo no pudo evitar que lo siguiera, así que de nuevo se dirigió al cuarto que había alquilado y se baño rápidamente, esperando que la dueña aun no supiera de la noticia, le dijo a Mario que lo esperara allí y salio, con la esperanza de no volver a verlo mas, pero Mario no era tan ingenuo, lo siguió sin que Ricardo se diera cuenta, esperando el momento adecuado para sorprenderlo.
Ricardo camino durante toda la tarde, mientras mas caminara, mas lejos estaría del lugar donde estaba Mario, y sin darse cuenta volvió sobre sus propios pasos, al anochecer se encontraba de nuevo en el barrio de don Chilo, quiso pasar desapercibido, así que no se acerco a nadie, sino se refugio en una casa vieja y abandonada, se acostó entre escombros, polvo y animales muertos y se quedo dormido.
Esa noche so;o que el tatuaje aparecía en el estomago de Mario y que la tinta se iba expandiendo hasta que Mario estuvo completamente cubierto de tinta, luego con mirada sádica sacaba un cuchillo de su reproductor de cd’s y se lo clavaba con grande gusto entre las costillas, esa sensación lo hizo despertar, ya era de mañana y con terror observo a Mario acostado justo a su lado, como si el destino le estuviera jugando una broma, no lo había visto que lo estaba siguiendo, creía estar suficientemente alejado de el, pero no era así, lo tenia justo enfrente, sin tener ni idea de cómo alejarse, así que simplemente se resigno, pensó que no volvería a actuar de esa manera nunca mas, no mientras Mario estuviera observándolo, así evitaría alimentar el sadismo que veía en el y eventualmente se acostumbraría a vivir sin sangre, o simplemente se iría solo.
- Mario, despertate, es hora de desayunar.
Mario se levanto adormitado, vio a Ricardo y se quedo esperando sus órdenes.
- A dos cuadras hacia allá vive don Chilo, en la casa verde, le das esta carta y esperas que te de comida.
Empezó a escribir en un pedazo de cartón que encontró en el suelo, haciendo uso de un crayón viejo que Mario andaba en la bolsa y se la entrego. Mario lo observo con cara de desconfianza, temiendo que volviera a intentar escaparse.
- No Mario, yo no voy a ninguna parte, voy a estar esperándote aquí hasta que regreses.
Mario siguió las instrucciones y le entrego el pedazo de cartón al dueño de la casa. Quien al leer el texto y saber de quien se trataba, entro a su casa por dos platos de comida y se los entrego, después le dijo que el iría por los trastes después, cuando ellos ya se hubieran ido.
Cuando regreso busco a Ricardo, por toda la habitación y no lo encontró, pensó que lo había abandonado y decidió buscarlo para alcanzarlo de nuevo, cuando lo vio entrar por la puerta de atrás, Mario se sintió reconfortado.
- Pensaste que me iba a ir? Tal vez hubiera funcionado, mejor comamos.
Ambos comieron hasta quedar satisfechos, don Chilo era bastante generoso y había mandado comida suficiente para tres tiempos, Ricardo empaqueto el resto y se dispuso a seguir viajando.
Se fueron entonces hacia el lugar de donde habían partido antes, la guarida de los mareros, pero al pasar cerca vieron todo el lugar destrozado, como si alguien lo hubiera invadido, se preguntaron que podría haber pasado, pero no se detuvieron a averiguarlo, así que simplemente siguieron caminando.
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